Barcelona acogió el quinto evento de la gira de Randstad Valores 2016, organizado por Randstad en colaboración con la Fundación Lo Que de Verdad Importa (LQDVI). En esta ocasión, el auditorio AXA de la ciudad condal fue el escenario que tuvo como protagonistas a Cristóbal Colón y Álvaro Valera.
Raquel Larena, directora general de Marketing y Comunicación de Randstad, fue la encargada de presentar la iniciativa de Randstad Valores y los dos protagonistas de la jornada. “Creemos que trasladar los valores a las empresas nos diferencia y nos ayuda a hacer una sociedad mejor”.
La primera historia de la noche es el ejemplo de disciplina y superación personificado. Álvaro Valera fue uno de los protagonistas de la noche pero también lo ha sido en numerosas ocasiones en su vida gracias a los logros deportivos que ha conseguido.
Pero no ha sido fácil. Álvaro nació con una neuropatía distal, esto quiere decir que tiene una carencia muscular en sus extremidades que afecta de codo y rodilla para abajo. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa por la que, con el paso del tiempo, sus capacidades se van limitando. “Mi limitación me inspira a superarme todos los días y ser mejor persona”.
En su familia siempre han estado vinculados al deporte. Sus hermanas se entrenaban para convertirse en tenistas profesionales. Y Álvaro supo que ese deporte no era para él. “Pero un día descubrí unas palas de tenis de mesa. Movimientos cortos y pasos rápidos. Éste deporte estaba hecho para mí”.
Y empezó a entrenarse en el sótano de su casa con 10 años y, cinco años después, le llamó el seleccionador paralímpico Español. “Me sorprendió porque nunca me había planteado competir con personas con discapacidad. Siempre había competido con niños normales. Acepté”.
Después de una larga trayectoria, sus logros hablan por sí solos. Ha sido doble campeón del mundo en tenis de mesa, cinco veces campeón de Europa, atesora más de 80 medallas y ha logrado un oro y una plata en los Juegos Paralímpicos de Sidney y en los de Río de Janeiro, respectivamente. Pero su mayor logro ha sido no rendirse nunca. “Cuando hay ganas e ilusión no hay obstáculo que pueda frenarnos”.
Agradece a la vida haber descubierto su pasión: el tenis de mesa. Y sobre todo, agradece haber convertido su afición en su profesión. Y desprende optimismo por cada uno de sus poros: “mi futuro es incierto. No sé cómo voy a evolucionar. Pero hoy no tengo miedo a mi enfermedad”.
La segunda historia de la noche es la de Cristóbal Colón, que nada tiene que ver con el descubridor de América. Sin embargo, al escuchar su historia se observa que tienen muchos valores en común como el emprendimiento, la superación o la perseverancia.
Cristóbal era un psicólogo que trabajaba en un manicomio. Un día se dio cuenta de que necesitaba hacer algo más por el futuro de las personas con discapacidad psíquica o con trastornos mentales con las que trabajaba. Y ese “hacer algo más” era darles un empleo para aumentar sus oportunidades de inserción social. “El trabajo podía ser la vía para reconstruir la vida de estas personas”.
“Me llamo Cristóbal Colón, soy psicólogo, vengo de un manicomio y quiero montar una empresa”. Ésta fue la carta de presentación de Cristóbal ante el alcalde de La Garrotxa, una localidad de Girona. El alcalde les prestó un local y empezaron a trabajar. Así fueron sus inicios y en 1982 creó la Fageda, una cooperativa de yogures, en la que emplearía a personas con discapacidad.
Al principio no sabían muy bien cómo hacer las cosas pero tampoco tenían nada que perder y apostaron por la producción yogures. Hoy, 30 años después, es la tercera productora de yogures más importante de Cataluña. Además, han ampliado sus productos y también hacen mermeladas y helados.
En La Fageda trabajan 160 personas con discapacidad, el 60% de su plantilla. Consiguen vender 65 millones de unidades de yogur al año, 1,7 millones de consumidores y van a cerrar el 2016 con 20 millones de facturación. Pero, tal y como él defiende, lo importante no son los números ni las empresas. Lo importante son las personas y los valores.
Cristobal termina con un consejo: “lo más importante en la vida es decidir qué es importante”.
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