Feliz por poder dar una conferencia dentro del museo #Guggenheim de #Bilbao 19h30 #RandstadAlgoMás @Randstad_es
El museo Guggenheim de Bilbao acogió la cuarta edición del congreso “algo+”. Un centenar de asistentes acudieron al evento en el que los ponentes elegidos para difundir estos valores fueron Albert Bosch y López Lomong.
Albert Bosch, aventurero y emprendedor catalán ha cruzado la Antártida desde la costa al Polo Sur en solitario, ha participado en el rally Dakar y ha escalado el Everest. Todas estas aventuras eran su sueño desde la adolescencia. En palabras de Bosch, “escoger el rumbo de nuestros proyectos es nuestra responsabilidad. Para lograr mis sueños me tuve que revelar. Lo volvería a hacer porque no hay nada más arriesgado que vivir la vida que no queremos”.
Desde su juventud, soñó con poder correr el Dakar. Actualmente, ya cuenta con nueve ediciones a sus espaldas. En la primera edición en la que participó, Albert Bosch tenía 18 años y tuvo que retirarse debido a un accidente que le rompió el brazo por tres sitios diferentes pero no se rindió. De esa experiencia aprendió que los sueños son duros pero que lo importante es luchar por conseguirlos.
De su paso por el Amazonas, aseguró que “lo mejor que podemos hacer es perder nuestros miedos e incorporar nuevas capacidades a nuestra vida. Siempre estamos viviendo cosas nuevas y tenemos que aprender a adaptarnos. No tenemos que salir de nuestra zona de confort, tenemos que sentirnos reconfortados en situaciones complejas”.
El segundo ponente fue el atleta López Lomong, una de las víctimas de segunda guerra civil sudanesa. A los seis años, mientras escuchaba misa con su familia, fue secuestrado. Tras pasar varios días con sus captores, gracias a unos compañeros, a los que se refiere como “ángeles”, logró escapar. Tras tres días y tres noches corriendo, llegó a un campo de refugiados en Kenia, donde vivió hasta los 16 años. A esa edad, Lomong fue acogido por una familia estadounidense y comenzó su vida de nuevo.
Cuando vivía en el campo de refugiados de Kenia, recorrió, junto con sus amigos, más de ocho kilómetros para poder ver los Juegos Olímpicos pero este evento no era lo que él se esperaba. Lomong solo conocía un deporte, el fútbol. Por eso, cuando vio que lo que emitía la televisión eran imágenes de deportistas corriendo, no entendió nada. La primera competición de atletismo que vio fue la final de 400 metros que ganó Michael Johnson. No se imaginaba que aquel instante le cambiaría la vida.
Con 16 años, comienza una nueva vida en Nueva York con unos padres de acogida. Allí volvió a sentir lo que era ser niño. En palabras de Lomong, “desde que me separaron de mi familia con seis años, no volví a sentirme niño hasta ese momento. Volví a preocuparte por cosas de adolescentes, de jóvenes. Quería estudiar, tener una carrera y encontrar un empleo, pero un día en el instituto decidí que quería ir a las Olimpiadas, quería devolverle a Estados Unidos la segunda oportunidad que me había dado”. En los Juegos de Beijing, López Lomong fue abanderado por Estados Unidos, cumpliendo así su objetivo de devolverle al país todo lo que le había dado.
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