Álvaro Valera

"El tenis de mesa es uno de los deportes más inclusivo que existe. Se puede compensar cualquier carencia física con trabajo"

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"El tenis de mesa es uno de los deportes más inclusivo que existe. Se puede compensar cualquier carencia física con trabajo"

"Un día dejé de competir con los demás y empecé a competir conmigo mismo"

Biografía

Álvaro Valera es el ejemplo de disciplina y superación personificado. Ha sido uno de los protagonistas de los congresos de Valores pero también lo ha sido en numerosas ocasiones en su vida gracias a los logros deportivos que ha conseguido, entre ellos, posicionarse como el número 1 en el ranking mundial en su categoría en tenis de mesa.

Pero no ha sido fácil. Álvaro nació con una neuropatía distal, esto quiere decir que tiene una carencia muscular en sus extremidades que afecta de codo y rodilla para abajo. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa por la que, con el paso del tiempo, sus capacidades se van limitando. “Mi limitación me inspira a superarme todos los días y ser mejor persona”.

Cuando tenía 4 años sus padres empezaron a darse cuenta que tenía movimientos torpes, que se cansaba mucho andando, y supieron que algo sucedía. Fue entonces cuando empezó un tour de médicos por España y EEUU hasta que identificaron lo que le ocurría.

En su familia siempre han estado vinculados al deporte. Sus hermanas se entrenaban para convertirse en tenistas profesionales. Y Álvaro supo que ese deporte no era para él. “Pero un día descubrí unas palas de tenis de mesa. Movimientos cortos y pasos rápidos. Éste deporte estaba hecho para mí”.

Entonces su padre le hizo el mejor regalo. Le regaló unas palas y una mesa de tenis de mesa. Y empezó a entrenarse en el sótano de su casa con 10 años y, cinco años después, le llamó el seleccionador paralímpico Español. “Me sorprendió porque nunca me había planteado competir con personas con discapacidad. Siempre había competido con niños normales. Acepté”.

Tras varios años de éxitos, logros y medallas, la vida le sacudió. Su padre murió de un infarto y Álvaro entró en una profunda depresión que le acompañaría varios años. “Perdí el pilar más importante de mi vida y perdí la motivación. No quería ni participar en las Olimpiadas. Me dejé llevar por la tristeza”.

Años más tarde, con la ayuda de un amigo, volvió a abrir los ojos. Y volvió a la mayor motivación que había tenido en la vida: el tenis de mesa. “El tenis de mesa es uno de los deportes más inclusivo que existe. Se puede compensar cualquier carencia física con trabajo”.

Después de una larga trayectoria, sus logros hablan por sí solos. Ha sido doble campeón del mundo en tenis de mesa, cinco veces campeón de Europa, atesora más de 80 medallas y ha logrado un oro y una plata en los Juegos Paralímpicos de Sidney y en los de Río de Janeiro, respectivamente. Pero su mayor logro ha sido no rendirse nunca. “Cuando hay ganas e ilusión no hay obstáculo que pueda frenarnos”.

Agradece a la vida haber descubierto su pasión: el tenis de mesa. Y sobre todo, agradece haber convertido su afición en su profesión. Y desprende optimismo por cada uno de sus poros: “mi futuro es incierto. No sé cómo voy a evolucionar. Pero hoy no tengo miedo a mi enfermedad”.

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