Seguro que lo has oído ya muchas veces a lo largo de esta situación que atravesamos desde marzo: los valores son ahora más importantes que nunca. La realidad es que son igual de importantes, porque siempre han sido el eje del funcionamiento de la sociedad en la que vivimos. Pero sí es cierto que se sienten más necesarios, y somos más conscientes de ellos que nunca. Por ello deben convertirse en una de tus mayores prioridades, si no lo son ya. No solamente en tu faceta profesional, sino también como persona.
Tanto si estás en búsqueda de empleo, como si ya tienes trabajo, actuar siempre con valores te convertirá en un profesional más íntegro y mejor valorado por recruiters, compañeros y managers. ¡Descubre cómo potenciarlos!
¿Se ajustan tus valores a los de la empresa?
Las empresas no solo buscan profesionales que se ajusten a las competencias requeridas para el puesto. Que tu experiencia y tu formación se correspondan con las tareas que vas a desempeñar es algo básico para que puedas cumplir las expectativas, pero hay algo aún más importante, que trasciende de lo puramente operativo y repercute directamente sobre la parte más humana: que tus valores se ajusten a los de la empresa. Es el llamado Cultural Fit.
Los valores definen el comportamiento, las creencias, la ética y los objetivos de cada persona y de cada empresa. Si chocan, la relación entre ambas partes nunca podrá llegar a buen término, sin embargo, si se corresponden, el éxito está asegurado.
Desde Randstad perseguimos siempre ese perfecto ajuste a través de nuestra tecnología True Fit, en la que los valores representan uno de los principales pilares a la hora de elegir al candidato adecuado para cada empresa. Tus valores dicen mucho más de ti de lo que puedas imaginarte.
Por todo ello, debes seguir dos pasos ineludibles:
- Investiga siempre sobre la cultura corporativa de las empresas en las que optes a trabajar, tal y como te contamos en este artículo.
- Define y desarrolla tus valores como eje de tu desarrollo personal y profesional.
Cómo potenciar tus valores para ser mejor profesional
A la hora de construir tu marca personal, los valores deben ser el centro de tu sello de identidad, la huella que dejes a lo largo de tu trayectoria. Pero, ¿cómo puedes desarrollarlos? Sigue estos pasos:
1.- Identifica los valores que te representan
Cada individuo tiene una forma diferente de ver y afrontar el mundo, por ello, cada cual debe encontrar sus valores dentro de sí mismo. Pero… ¿de dónde proceden exactamente esos valores? Lo cierto es que su origen es más bien abstracto, todo depende de tu perspectiva y tu forma de absorber y adaptarte a las circunstancias que te rodean:
- Tus creencias y principios
- Tus vivencias y experiencias profesionales
- La influencia de las personas que te rodean
- Tus objetivos vitales
- Tus inquietudes
- Tu forma de ser
Todos estos factores, y muchos más, se entrelazan en la construcción de tus valores. Tu propia intuición es la mejor herramienta para identificarlos.
2.- Piensa en las personas que te rodean
A la hora de impulsar tus valores, prioriza aquellos que implican un beneficio más allá del propio. En el ámbito laboral es una cuestión de gran importancia para lograr un trabajo en equipo eficiente y un ambiente inmejorable. Si cada persona dejase el egoísmo a un lado y actuase en pro del bienestar de los demás, se lograría construir un entorno mucho más colaborativo, amigable y positivo.
Son muchos los valores que podríamos encuadrar en esta vertiente. La empatía, el respeto o la solidaridad son algunos de los más importantes.
3.- Muéstrate con honestidad, sin interpretar un papel
Tratar de enarbolar a la fuerza unos valores que te parezcan más correctos que los que realmente te representan es un error, y ofrecerá una imagen impostada que no te favorecerá en tu búsqueda del crecimiento profesional, pero tampoco en tu desarrollo personal. Existe una gran diferencia entre esforzarte por ser cada vez mejor profesional y persona, y fingir ser quien no eres.
Siéntete orgulloso de los valores que te identifican y defiéndelos en todas las facetas de tu vida. Ser congruente con ellos es el único camino para lograr una verdadera satisfacción vital y laboral.
Sinceridad, honestidad, transparencia, autenticidad… son valores que, sin duda, te convertirán en un gran profesional.
4.- Descubre historias motivadoras en eventos como Randstad Valores
Puede que lo único que necesites para detectar e impulsar tus valores sea un poco de inspiración. ¿Cuántas veces has abierto los ojos ante un suceso o una historia impactante que te cambia tu forma de entender la vida? Desde Randstad te acercamos cada año las historias de personas únicas que ponen cara y voz a valores como la superación, el optimismo, la valentía, el esfuerzo, la resiliencia o la pasión. El vivo ejemplo de lo que significa apostar por los valores como motor de tu vida.
En este 2020 tan peculiar, que tanto nos ha cambiado, los valores tienen un protagonismo especial, y nuestra gira Randstad Valores cambia de registro, en un formato totalmente nuevo con la emoción, las ganas y la ilusión que siempre nos han caracterizado. Este año adoptamos un formato 100% digital que podrás disfrutar desde cualquier lugar.
Descubre las historias de Vicente del Bosque, Javier Fernández y Edurne Pasaban, sus impresionantes logros y los valores que han caracterizado sus vidas y sus carreras. Pasión, talento y resiliencia.
Inspírate para crecer personal y profesionalmente, siempre con tus valores como sello de identidad y como motor de impulso hacia adelante.
¿Cómo ha cambiado tu vida en este año 2020? Puede que esta haya sido una de las etapas más complicadas a las que se nos hemos enfrentado a lo largo de la historia. Pasar por una pandemia que todavía no hemos superado, con sus respectivas consecuencias sobre la salud de las personas y la sociedad, ha causado un tremendo impacto imposible de prever sobre la economía y el mercado laboral, pero también sobre las relaciones humanas, los ánimos y la motivación.
Es por ello que este año, los valores han cobrado más importancia que nunca.
Repensando los valores en la época del COVID-19
Desde Randstad promovemos una mentalidad basada en los valores, tanto desde la perspectiva de la gestión corporativa, como de la propia acción individual. Actuar con ética y empatía, mantener una actitud optimista y colaboradora, o tratar de ser mejor día a día, son cuestiones necesarias para ser una empresa exitosa, un profesional íntegro y, sobre todo, una gran persona.
En este 2020, los valores han adquirido un papel protagonista, han cobrado más relevancia que nunca, se han hecho más visibles y los hemos sentido más necesarios. Cada pequeña acción y cada gesto han tenido un significado más profundo en un momento en el que hemos necesitado aferrarnos a cualquier atisbo de positividad. En un entorno marcado por las restricciones, la máxima limitación del contacto social y una incertidumbre que ha puesto en jaque la estabilidad de las empresas y de los profesionales, actuar con los valores marca la diferencia.
Es precisamente en situaciones como esta, en las más críticas, cuando más fácil resulta delimitar la frontera entre lo que es realmente importante y vital, y lo que resulta puramente accesorio. Es el momento en que afloran las verdaderas necesidades, la ocasión perfecta para redefinir tus valores, y, para ello, debes responderte a las preguntas clave:
- ¿Qué te identifica realmente?
- ¿Qué puedes aportar al entorno que te rodea?
- ¿Cuál es el motor que te impulsa a seguir hacia adelante?
- ¿Cómo has actuado hasta ahora y qué puedes mejorar de cara al futuro?
5 valores clave para afrontar las crisis
Cada persona y cada empresa se caracteriza por unos valores que la hacen diferente a las demás. No hay valores mejores o peores, todos son válidos y necesarios. La clave reside en impulsar aquellos que más se identifican y mejor encajan con cada individuo u organización, y que puedan responder mejor a las necesidades sociales del momento. En un contexto de crisis como el que vivimos actualmente, cada valor cuenta, pero estos cinco adquieren un papel de singular importancia:
- Solidaridad. La salud de las personas y la economía de los países se ha tambaleado fuertemente en esta crisis, por ello se han sentido más valiosos que nunca los gestos solidarios. En los peores momentos de la pandemia, se convertían en una luz entre tantas malas noticias, y ahora, en la nueva normalidad y en un marco de incertidumbre, tender la mano a quien más lo necesita sigue y seguirá siendo un valor indispensable para construir un mundo mejor.
- Empatía. Saber ponerse en el lugar del otro ha sido clave para una buena gestión de esta crisis, a la hora de tomar las decisiones más beneficiosas para la mayoría y de entender que cada persona tiene una forma distinta de asumir los momentos más difíciles. Este valor ha sido imprescindible para comprender las necesidades de las personas que nos rodean y construir una red de apoyo. Es indispensable, además, para mejorar las relaciones, el trabajo en equipo y la colaboración.
- Optimismo. Siempre se ha dicho que “al mal tiempo, buena cara”, y lo cierto es que resulta mucho más fácil salir adelante y ayudar a los que te rodean cuando haces gala de la mejor actitud. Trata de buscar siempre el lado positivo y de convertir las crisis en oportunidades.
- Perseverancia y superación. Cuando se aproxima un reto, ¿cómo actúas? Rendirte no es una opción. Testimonios como el de Clara Garrido o Lary León son ejemplos de que no existe barrera lo bastante grande si tienes la determinación suficiente para superarla. Sé constante y demuestra que puedes hacer frente a cualquier obstáculo.
- Resiliencia. Es el valor de saber adaptarte a las situaciones más difíciles, recuperarte de ellas y salir reforzado. Nuestro CEO, Jacques van den Broek destacó en uno de sus artículos la resiliencia que han demostrado las generaciones Z y Millennial, los más jóvenes trabajadores que en su primera etapa de la experiencia laboral se han topado con el gran mazazo que ha supuesto el COVID-19 sobre la economía en todo el mundo.
Una gira Randstad Valores diferente
Un año más, desde Randstad celebramos nuestra gira Randstad Valores para motivarte, ilusionarte y emocionarte, con los sorprendentes testimonios de personas extraordinarias, que han sabido construir sus vidas y sus carreras sobre unos cimientos de fuertes valores. Una experiencia que este año será 100 % digital y que no puedes perderte.
Contaremos con la participación de tres personas que han reunido la perseverancia, el compromiso y el espíritu de superación necesarios para convertirse en un referente en sus respectivos ámbitos, muy diferentes, pero con un factor común: el deporte.
- Vicente del Bosque. Una persona que no necesita presentación. Figura mítica en el mundo del fútbol como exentrenador y exseleccionador de la Selección Española de Fútbol y del Real Madrid, con una Copa Mundial y una Eurocopa a sus espaldas, la constancia y la pasión son la base de una carrera de éxitos.
- Javier Fernández. Con menos de 30 años ya tocó techo en su brillante carrera en el patinaje artístico sobre hielo, dos veces campeón del Mundo y siete de Europa. En Randstad Valores tendremos la oportunidad de conocerle y descubrir el talento y los valores que le han llevado a la cima de su carrera.
- Edurne Pasaban también llegó a lo más alto, de la forma más literal posible. Ha sido la primera mujer en coronar los catorce ochomiles, lo que no hubiese sido posible sin su gran resiliencia y perseverancia. Un reto nada fácil en el que se tuvo que enfrentar a las situaciones más extremas.
¡Inspírate con sus historias en nuestra gira Randstad Valores 2020!
26 noviembre / 16:00h
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talento
Javier Fernandez es un patinador español dos veces campeón del mundo (2015 y 2016) y siete veces campeón de Europa (2013-2019). Ha participado en los Juegos Olímpicos de 2010, 2014 y 2018, ganando en esta última cita la medalla de bronce.
pasión
Vicente del Bosque es un exentrenador y exfutbolista español, el único entrenador campeón del mundo y de Europa de clubes y selecciones.
Como futbolista, desarrolló su carrera en el Real Madrid (1968-1984), con el que logró cinco Ligas y cuatro Copas del Rey. Como entrenador, dirigió al Real Madrid (1999-2003), logrando, entre otros títulos, una Copa Intercontinental, dos Ligas de Campeones y dos Campeonatos de Liga, y a la Selección Española (2008-2016), con la que logró alcanzar el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012.
resiliencia
Edurne Pasabán es una alpinista española y la primera mujer en la historia en ascender a los 14 ochomiles y la 21ª persona. Completó su gesta en 9 años, desde su primera ascensión en el Everest en 2001, a la última del Shisha Pangma en 2010.
Edurne Pasabán es una alpinista española y la primera mujer en la historia en ascender a los 14 ochomiles y la 21ª persona. Completó su gesta en 9 años, desde su primera ascensión en el Everest en 2001, a la última del Shisha Pangma en 2010.
A los 14 años comenzó a escalar en el club de montaña de su ciudad, Tolosa, y ahí descubrió su pasión por el mundo del alpinismo. Entre los 16 y los 21 años llegaron ascensos clave: el Mont Blanc, el volcán Chimborazo, el Nevado Ishinca y el Urús, entre muchos otros. En 1998 intentó conquistar su primer ochomil: el Dhaulagiri, pero tuvo que renunciar a falta de 272 metros para la cima por la gran cantidad de nieve acumulada.
El 23 de mayo de 2001 alcanzó su primer ochomil: el Everest, y al año siguiente sumó su segundo y tercer ochomil: el Makalu y el Cho Oyu. En 2003 llegaron varios objetivos importantes: el Lhotse, el Gasherbrum II, el Gasherbrum I. En 2004 consiguió conquistar el K2, la segunda montaña más alta del mundo (y posiblemente la más complicada), mientras grababa un documental para “Al filo de lo imposible”. En 2005 el Nanga Parbat y en 2007 el Broad Peak. En 2008 alcanzó la cima el Dhaulagiri y la del Manaslu. En 2009 llegó el Kangchenjunga, en cuyo descenso estuvo a punto de rendirse, pero su equipo la ayudó a descender. En 2010 alcanzó la cima del Annapurna, y por fin, el 17 de mayo de 2010 coronó, en su quinto intento, el Shisha Pangma, completando así los 14 ochomiles, y convirtiéndose en la primera mujer española en conseguirlo.
Javier arrancó la jornada con un video que deja con la boca abierta a los asistentes. En él se muestra el gran manejo que tiene Javier con sus pies: escribe al ordenador, limpia sus gafas o se lava los dientes. Esos mismos pies son los que le hicieron saltar a la piscina en los Juegos Paralímpicos de Londres. Pero empecemos por el principio: Javier nació en Zaragoza sin brazos y con dismetría en las piernas lo que hace que tenga reconocido el 90% de discapacidad. “Me he adaptado a un mundo que está preparado para tener brazos” afirmó.
Pero Javier también nació con la inquietud de superarse a sí mismo y con el afán de “priorizar lo que tiene sobre lo que le falta y dedicarle más tiempo a la solución que al problema”. No obstante, él nunca ha considerado ser diferente: “Yo no tengo ningún mérito por no tener brazos. Tienes que sacarle el máximo partido a lo que tienes y no a lo que no tienes”.
Se licenció en Ciencias de la Comunicación y ha trabajado en diversos medios de comunicación. “De lo que estoy más orgulloso es de haber estudiado una carrera” anunció. Para trabajar en medios redacta en un teclado como cualquiera de nosotros, pero con los pies y a una velocidad que cualquiera envidiaríamos: 220 pulsaciones por minuto.
Pero no son sus únicos logros, participó en los Juegos Paralímpicos de Londres como nadador de la selección española entrenando desde hacía solo 3 años, algo inusual en los JJ.OO, y obtuvo un diploma de finalista al quedar octavo. Aún así, Javier es humilde: “El éxito es ser lo mejor que podamos ser en cada momento, pero no ser el mejor. No hay que ser mejor que nadie, hay que competir con nosotros mismos”.
¿Impresiona? Pues no es lo único. “Me saqué el carnet”. Ha logrado ser el tercer europeo en obtener el carnet de conducir con los pies. Para ello, fue necesario 2.500 km de prácticas y un coche adaptado a sus necesidades. No fue fácil, y eso es algo evidente, sin embargo, para Javier no hay reto que le paralice. “Con mis pies he llegado muy lejos” afirmó orgulloso.
Javier ha recibido la Mención de Honor de los premios Fundación Randstad en 2017 por su capacidad de esfuerzo y forma de superar la discapacidad y transformarla en capacidad de superación. También por ir más allá creando su propia asociación ‘De los pies a la cabeza’.
Se despide con una reflexión: “Vivimos teniendo mucho miedo a vivir. Hay que ser valientes para que, cuando nos llegue la muerte, no tengamos sensación de no haber hecho lo suficiente”.
Dani, como le gusta que le llamen, al subir al escenario hizo reflexionar a todos: “Todos los que me habéis visto subir con la silla de ruedas habéis pensado que iba a hablar sobre adversidad. Estáis equivocados. Me considero uno de los chicos más afortunados: soy una persona feliz” y empezó, entusiasmado, a contar su historia.
La vida de Dani no ha sido sencilla, aunque si le escuchas hablar, enseguida te das cuenta que es un torbellino de pasión y optimismo. Daniel nació con cáncer y solo con un 20% de posibilidades de sobrevivir. Con apenas unos días de vida fue sometido a numerosas intervenciones y sesiones de quimioterapia, y aunque superó el cáncer, tuvo secuelas en la columna irreversibles.
Estas secuelas han hecho que vaya en silla de ruedas. No obstante, la silla para él jamás ha sido un impedimento: “Estar en una silla de ruedas no me complica la vida. Si quiero que me traten como los demás, debo jugar con las mismas reglas de juego”.
Su infancia no fue fácil pero ayudó, sin duda, la normalización que vivió en su familia. Recordó como un día, cuando iba paseando con sus hermanos por la calle, tiró un chicle al suelo. Su madre, enseguida le ordenó que lo recogiese. Dani se tuvo que bajar de la silla de ruedas, arrastrarse por el suelo y recogerlo para tirarlo en una papelera. “La gente quería ayudarme pero mi madre decía que podría hacerlo yo solo. Siempre me han tratado como uno más” anunciaba orgulloso.
Dani hizo referencia a las pasiones: “Debemos descubrir qué nos mueve por dentro, qué nos apasiona”. Él tuvo la suerte de descubrir que su pasión era el deporte. “¿Un chico con movilidad reducida quiere moverse más? Pues sí, y me lancé a practicar muchos deportes”, contaba sonriente.
El deporte siempre ha marcado su forma de ser, de hecho, no hay deporte con el que no se atreva: esquí, natación, kitesurf, bicicleta de montaña o cualquier deporte con el que consiga desprender adrenalina, pero sobre todo, baloncesto. Baloncesto profesional. Con 17 años ha ganado la Liga y la Copa del Rey de baloncesto en silla de ruedas. Y esto solo es el principio de lo que Daniel tiene que dar de sí mismo al mundo.
Dani se despide con una lección a los presentes: Yo voy en silla y tú andas, pero caernos y levantarnos lo tenemos que hacer los dos.
¡Siempre hay que seguir rodando!
Hay tres factores que juegan un papel fundamental en el desarrollo de cualquier empresa: la visión, la misión y los valores corporativos. Si la misión define nuestra labor en el mercado y la visión las metas que pretendemos alcanzar, ¿qué son entonces los valores corporativos?
Los valores corporativos son las costumbres, actuaciones, pensamientos, comportamientos y conceptos que una empresa asume como principios de conducta. Son los principios que marcan su cultura empresarial, determinan su “personalidad” y marcan la forma de hacer las cosas dentro de la organización. La gestión empresarial basada en valores es una manera de actuar bajo un prisma ético que demuestra que existe otra forma de dirigir, actuar y convivir dentro de las organizaciones.
Los valores: el ADN de la empresa
Valores corporativos, reputación e identidad corporativa son tres elementos íntimamente entrelazados. Al fin y al cabo la identidad es lo que hace única a una marca, es el cimiento sobre el que los valores corporativos levantarán toda la organización con unos elementos de diferenciación que la hagan única. Hoy cualquier producto se puede copiar, pero el quién eres es lo que te diferencia del resto. Tu visión, tus valores y tu imagen son las claves de una buena imagen de marca. De hecho, los valores son el motor que pone en macha toda la cultura corporativa y la identidad de cualquier compañía. Los principios corporativos son valores que llegan a formar parte del ADN de la compañía y que se reflejan en los comportamientos de todos sus colaboradores.
Sin embargo, no basta sólo con desear establecer ciertos principios, se precisa de compromiso y estrategia. Para ello, deben identificarse estos valores de la manera más simple, y luego diseñar un programa que nos permita ver cómo se reflejan estos valores en las actividades de la compañía.
Determinar nuestros valores
La lista de valores que pueden adoptarse en función de cada personalidad empresarial es casi infinita: transparencia, honestidad, optimismo, perseverancia, solidaridad, superación, responsabilidad, respeto, ética, humildad, … Una vez logremos identificar los que más nos caracterizan o queremos ser, serán los que nos distingan. Son los valores que definen quiénes somos como empresa, están implícitos de forma abstracta en nuestro producto y nuestra marca, a la que dan vida, son los latidos de su corazón.
Para muchas empresas definirlos y fijarlos puede llegar a ser un auténtico reto. Tal vez una de las claves radica en asumir que estos valores no han de ser inamovibles, a menudo las empresas han de ser flexibles para adaptarse a determinados cambios o contextos y ello a veces supone replantearse estos principios. Lo fundamental es mantener la coherencia y no romper las líneas éticas que se han fijado previamente.
El papel de los CEO
En este sentido, el papel del CEO y los directivos, responsables de comunicación es fundamental en este proceso. Son ellos quienes definen, activan y fijan la identidad corporativa y quienes deben liderar con el ejemplo en las compañías.
Comunicación y liderazgo van más unidos que nunca, ya que deben despertar la confianza de sus trabajadores y de los grupos de interés, deben ejemplificar esos valores corporativos e inculcarlos en sus trabajadores de forma que estos los promuevan. Ese sistema de creencias interno debe movilizar a los empleados en la dirección adecuada y despertar la confianza de los ciudadanos y consumidores.
Lo que jamás debemos olvidar es que los valores entran en las compañías prendidos a las personas. Por sí misma, una organización no tiene valores. Son las personas que la conforman quienes los hacen presentes en la misma, de ahí la importancia de vincular el "día a día" de una empresa a sus valores. Y, en este “día a día”, son los empleados, los directivos y, en definitiva, todas las personas que integran una compañía, las que deben demostrar los valores como una forma de ser y de actuar, y deben estar presentes cada vez que nos relacionemos con compañeros, clientes, stakeholders o proveedores.
Así pues, sólo resultarán eficaces y factibles los valores que cumplan las siguientes características:
- Definibles.
- Significativos estratégicamente.
- Escogidos participativamente y significativos para los trabajadores.
- Bien comunicados.
- Percibidos como algo por lo que merece la pena comprometerse.
- Coherentes.
- Periódicamente cuestionados y reformulados.
- Evaluados y medibles
No hay recetas mágicas a la hora de elegirlos y definirlos, no hay esquemas infalibles ni fórmulas magistrales. Sin embargo, numerosos expertos recomiendan recurrir a un proceso similar al siguiente:
- Reunión con el equipo directivo y el siguiente nivel jerárquico. Empleando técnicas de storytelling sobre experiencias de trabajo en la empresa, técnicas de feedback y participativas, han de lograr discernir los valores vividos ya en su realidad empresarial, concretados en acciones y comportamientos.
- Reunión con el resto del personal que lo desee para ver esa lista inicial y ordenarla desde los que más-menos viven en su día a día laboral, a los que más-menos desean vivir en su trabajo cotidiano.
- Valoradas esas listas priorizadas, el equipo directivo ha de elegir los valores iniciales e iniciar un proceso de monitorización.
- Comunicación a los empleados del resultado del trabajo y de su aplicación práctica.
Los valores bien definidos, y por consiguiente, la gestión de ellos en el mundo de la empresa demuestran quiénes somos como organización y que es posible actuar desde un punto de vista ético. Los valores también orientan, no sólo en la conducta de las personas sino también en la toma de decisiones. Actuaciones y conductas que terminan generando el carácter corporativo y que prueban su consistencia en los momentos difíciles o de incertidumbre.